Desde
1917 en adelante, será recurrente encontrar en la prensa obrera socialista de Chile, alusiones
a los máximos dirigentes bolcheviques; como Zinoviev, Radek, Lenin y
Trotsky. Solamente a partir de la década del 30’, con el proceso de
estalinización dichos nombres desaparecerán, salvo el de Lenin, que será utilizado
en función de los intereses de Stalin.
Este
es un artículo de León Trotsky publicado en la prensa de la Federación Obrera
de Chile, el año de 1923, en conmemoración del 1º de mayo, día internacional de
los explotados y oprimidos del mundo.
La Federación Obrera, Santiago, 1º de mayo de 1923.
Homenaje a la Rusia soviética y proletaria
La juventud entra en la arena.
La historia nos demuestra que
frecuentemente una revolución es seguida inmediatamente por la
contra-revolución. La causa de este fenómeno reside en el hecho de la rápida
extinción de las clases revolucionarias en el fuego de la lucha. Los mejores,
los más nobles, caían en las batallas de la revolución y, un número mayor de
revolucionarios, agotaban sus fuerzas en las luchas encarnizadas. Esto provocaba
inevitablemente un debilitamiento. En un momento favorable la contrarrevolución
se adelantaba a desencadenar la ofensiva y a asestar un golpe decisivo contra
las filas exhaustas de los militantes revolucionarios, convirtiéndose por largo
tiempo en dueña del campo de batalla.
También nuestra revolución consume una
cantidad enorme de fuerzas de la clase obrera. En todos los frentes en todas
las batallas caen los mejores compañeros. En las primeras filas del partido, en
los fatigosos trabajos de los consejos, en las organizaciones profesionales—en
todas partes se gastan las fuerzas de millares de obreros criados y templados
en el trabajo ilegal, de esos obreros que trabajan sin ahorrar los nervios y la
sangre de su corazón. Ellos se agotan pronto y sin ellos la revolución se
empobrece y se debilita.
¡Donde está, pues, el camino de salida!
¡Esta en atraer a la juventud obrera a
la lucha por los ideales del comunismo! A medida que los unos se agotan y
mueren, los otros, jóvenes y frescos, criados en el aire de las luchas
revolucionarias deben entrar a la arena.
Las organizaciones de la juventud son
nuestras reservas.
Sin las reservas el mejor ejército está
expuesto al exterminio y viceversa y el más débil ejército queda
inevitablemente victorioso si sus reservas se hallan en continuo aumento. En los
otros países de Europa, la lucha por la conquista del poder se encuentra en sus
comienzos. Por todas partes y especialmente en Alemania, esta lucha, apenas
iniciada, ha costado innumerables víctimas. ¡Y quién sabe cuántas costará
todavía!
Es precisamente por esto que el
proletariado de Europa y de todo el mundo debe munirse de suficientes reservas,
continuamente en aumento, antes de lanzarse a la lucha decisiva.
La organización internacional de la
juventud debe prefijarse la tarea de proveerse de estas reservas. El comunismo
es la lucha por el porvenir, por el bienestar de las futuras generaciones. Nuestro
porvenir más próximo pertenece a las jóvenes generaciones. Cuanto más fuerte y
potente se torna el movimiento juvenil, más firme es nuestra convicción que la
contrarrevolución no triunfará sobre nosotros.
Nosotros poseemos grandes reservas. Las organizaciones
juveniles de todo el mundo y, sobre todo las de Rusia, educan a millares y
millares de jóvenes militantes, y cada uno está dispuesto cuando llegue su hora
a substituir al compañero caído y entrar a nuestras filas. El movimiento que
tiene tras de sí la juventud obrera es indestructible. ¡Bendita sea la juventud
que viene a operar esta renovación!
León
TROTZKY.
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